Había una vez un hombre normal. Un hombre que no destacaba, un hombre común. Este sujeto no destacaba en nada que se notara. Sí, no lo neguemos, era un buen padre, un buen esposo y un buen empleado. Había llevado a cabo buenas iniciativas en su empresa y había sido ascendido en un par de ocasiones. Su vida era estable y agradecida. Mucha gente le envidiaba. Tenía una bonita casa con un jardín de ambientación japonesa, una bonita familia, un bonito perro y un coche de ensueño. Todo era perfecto. Y así debía seguir siéndolo.
Se preguntarán el porqué de esta descripción, para muchos, paradisíaca. Y cuando les diga que ese hombre, ese hombre normal y perfecto, se prendió fuego a lo bonzo, condujo su coche, quemando con su propio cuerpo la carísima tapicería de cuero, durante 200 metros y colisionó contra un camión cisterna que se encontraba estacionado, no darán crédito.
¿Por qué?
En realidad mi hombre perfecto, su hombre perfecto, no lo era. Cansado de su monótona vida había empezado a destruirse años atrás. Estaba cansado de ver en la televisión y en el cine historias que le erizaban el bello de todo su cuerpo y le hacían llorar. Cansado de ver como los escritores encumbraban a sus personajes, siendo estos motivo de culto y adoración. Y él, mi pobre hombre perfecto, llegaba a casa cansado y aburrido. Sin motivo de recuerdo ni felicidad.
Su esposa, abatida e inconsolable encontró, semanas después del accidente, un manuscrito en una caja de zapatos en el armario de su marido. Dentro había un texto titulado: "La historia del conductor ardiente". Entre lágrimas, leyó las memorias de su esposo, en las que éste relataba lo mucho que odiaba su vida y a todo lo que la rodeaba. También encontró, en las páginas finales, la esquematización de su plan de suicidio. La esposa lloro desconsoladamente. Todo era cruel y siniestro. No entendía como su marido le había podido hacer algo así.
Un año después de los hechos que les he relatado, "La historia del conductor ardiente" se convertía en el libro más vendido de la década a escala mundial, llegando a ser obra de culto con el paso de los años.
Dos años después, la mujer del hombre perfecto conducía un Ferrari. Su bella casa había sido substituida por una bella mansión y sus hijos estaban internos en un colegio de Nueva Zelanda.
Tres años después, el estreno de la película "Conductor de fuego" arrasó en taquilla en todo el mundo.
Cuatro años después, la mujer recordó que aun no había dado sepultura a su ex marido. Tras ordenar a su criada que buscara la urna de las cenizas, decidió ir a arrojarlas al mar. Minutos antes de salir, la llamaron unas amigas para ir de fin de semana a París. Mientras preparaba la maleta, arrojó las cenizas por su carísimo inodoro.
Actualmente, la esposa de mi hombre perfecto, es una escritora de culto comparada con el viejo Salinger. Su obra, de un solo libro, es elogiada en todo el mundo, estudiada en muchas universidades y lectura obligatoria en los colegios.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Crónica esquematizada del pensamiento creativo.
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este no lo habia leido joputa borde...
ResponderEliminarme mola sinceramente...el orden como está estructurada y la historia en si es maja...
Pero el del hombre manzana está mejor des de mi punto de vista
Raúl